Dio las gracias a los suyos y siguió solo adelante.
Comunícate, vive, reza tus oraciones más íntimas -le dijeron-,
líbrate del equipaje, para este viaje sólo necesitas memoria.
Entonces construyó una escalera y abrió un cielo en esta ciudad impermeable.
Robó sentimientos a manos llenas y los regaló con pudor, como cada primera vez.
Sacudió conciencias, rescató hadas y despertó monstruos.
Se buscó en los bocetos, se levantó, entendió, exigió.
Abrió brechas para que la luz se desbordase.
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